Existen diferentes tipos de medicamentos que nos ayudan para diversos temas de la salud y que ayudan a que podamos tratar
Desde la creatividad y el compromiso, realizamos actividades de investigación y desarrollo en el ámbito de múltiples áreas terapéuticas. Un trabajo conjunto que nos permite desarrollar terapias disruptivas. Cada tratamiento se inicia a partir de una idea que se incuba, refina y analiza: primero en el laboratorio y, posteriormente, en la práctica clínica, durante muchos años.
El descubrimiento y desarrollo de fármacos es un proceso largo, normalmente transcurren entre diez y quince años desde la investigación inicial hasta el lanzamiento de un medicamento al mercado, incluidos los seis u ocho años que transcurren entre los ensayos clínicos de Fase I y el lanzamiento.
En cada uno de estos pasos existe un riesgo importante de que el compuesto no cumpla los requisitos necesarios para seguir adelante con el proceso. En tal caso, es posible que se abandone el compuesto en el que hemos realizado una inversión importante.
Aunque usamos este modelo tradicional como plataforma, lo hemos adaptado para hacerlo más simple, flexible y eficiente. El proceso de desarrollo consiste en dos fases: una fase de exploración, en la que se establece una Prueba de Concepto (PdC), y una fase de confirmación, en la que se confirma este concepto en un gran número de pacientes.
Muchos de los fármacos que se utilizan actualmente han sido descubiertos realizando experimentos en animales y en seres humanos. Sin embargo, un buen número de fármacos se diseña ahora teniendo en cuenta un trastorno específico. Tras identificar los cambios anormales, tanto bioquímicos como celulares, causados por una enfermedad, pueden diseñarse compuestos que eviten o corrijan tales anomalías de forma específica (mediante interacciones con zonas específicas en el organismo). Cuando un nuevo compuesto parece prometedor, su estructura generalmente se modifica muchas veces para Optimizar su capacidad de dirigirse al sitio deseado (selectividad) Permanecer conectado al sitio (afinidad) Optimizar su fuerza (potencia, eficacia, efectividad) Optimizar la seguridad (minimizar los efectos secundarios) De la misma manera, se consideran otros factores como la absorción del compuesto a través de la pared intestinal y el grado de estabilidad en los tejidos y los líquidos del organismo. Todo esto supone conocer cuál es la acción del organismo sobre los fármacos (farmacocinética) y cuál es la acción de los fármacos sobre el organismo (farmacodinámica). Idealmente, un fármaco es Altamente selectivo respecto a su diana terapéutica: tiene escasos efectos o ningún efecto sobre los demás sistemas orgánicos; es decir, carece de efectos secundarios o bien estos son mínimos (véase Introducción a las reacciones adversas a los fármacos). Muy potente y eficaz: se puede administrar a dosis bajas, incluso en trastornos de difícil tratamiento. Efectivo cuando se toma por vía oral (bien absorbido por el tubo digestivo): de uso práctico. Razonablemente estable en los tejidos y fluidos corporales: así, idealmente, basta con una sola dosis al día (los fármacos de acción más rápida pueden ser los fármacos de elección para trastornos que sólo requieren un tratamiento breve). La dosis estándar o promedio de un fármaco se determina durante su desarrollo. Sin embargo, las personas responden de manera diferente a los fármacos. Muchos factores, como la edad (véase Fármacos y envejecimiento), el peso, la composición genética y la presencia de otros trastornos, afectan a la respuesta del fármaco (véase Introducción a la respuesta a los fármacos). Por eso, los médicos deben tener en cuenta todos estos factores cuando determinan la dosis para una persona en concreto